lunes, 9 de octubre de 2017
Un día en la vida
Hay en el cuerpo una insignia, una marca primera y única que absorbe la esencia de todas las cosas que saboreamos en la vida, después de la cual ya nada nos sabrá tan dulce como el dulce, ni lo amargo como el amargo que conocimos, hay borradores que no sirven para describir la vida, las emociones, lo que se lleva adentro, a veces no podemos ser más que espectadores de esa hoja en blanco, y sentir, sentir aquello que no podemos describir en palabras, eso que entendemos cuando leemos los versos de los poetas, y nos redescubrimos desnudos, tan ciertos, tan simples, y sin embargo, es tan complejo descifrar lo que es el alma, lo que la mente piensa, lo que el corazón anhela.
Hay ocasiones en que no podemos más que sucumbir a la lágrima, y no saber si es por la añoranza de alguien o por el estrés del día, no saber si se tiene hambre o sed, no saber si se tiene sueño o ganas de olvido, hay momentos en que vale mas un silencio que lo diga todo, que lo grite sin censura, sin escrúpulos, sin miedo. Hay silencios que llenan vacíos, recuerdos que lo resignifican todo, anhelos que pretenden escribir un nuevo horizonte.
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