¿Hasta cuándo me alcanzará la noche
para traerme bellos sueños?
¿Hasta dónde brillará
mi alma para creerse los cuentos
y las poesías y no sentir dolor al
saber que son sólo palabras?
¿Hasta cuándo dulzura,
podré saber que no todo es verdadero
y que no se conoce de cerca la dicha
sin haber abrazado antes el dolor,
la amargura, la desperanza?
Pareciera que todo es el día
o todo es la noche,
y que el cielo es tan lejano como
mirar hacia arriba,
o tan cercano como mirar en un charco
y no saber donde queda la tierra..
ni dónde quedamos nosotros
ni saber quiénes somos
No recordar la costra que nos
quitamos cuando decidimos ser otros,
tal vez mejores,
tal vez simplemente diferentes,
y probarnos,
que la teoría del sueño es tan sencilla
como cerrar los ojos,
aun cuando con tan sólo un haz de luz
externa sepamos,
que el sueño es tan hermoso como solo pensarlo
y tan terriblemente cruel como sólo ser
contemplado desde lo lejos,
en lo oscuro y en el vacío que lleva al olvido
y a la resignación de tal vez, nunca vivirlo
Y sin embargo,
y aunque gonizante y cansada,
la esperanza no muere,
se resiste, no cede,
se creé a sí misma
se prueba lo improbable,
y sueña..
Lo hace otra vez,
cínicamente como la vez primera,
y al igual que ésta,
la promesa en los ojos brilla
y la palabra en los labios se hace una
confirmación
de que si bien el sueño
no siempre es alcanzable,
al menos soñar..
soñar es la promesa que alguna vez,
en algún sitio y en algún tiempo
hicimos,
cuando abrimos los ojos
para comenzar a vivir.
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